El origen del chocolate
nos lleva al nuevo continente y nos hace retroceder en el tiempo a las antiguas
tribus mayas, aztecas, incas, olmecas, que lo usaban, hace 3.000 años, como
alimento y como moneda.

Su difusión en Europa se la debemos a Hernán Cortés, quien en 1.519 llegó a las costas de México y montado a caballo fue confundido con un dios (Quetzacoatl, dios de la sabiduría y el conocimiento, en la iconografía maya parecido a un caballo y quien, según la leyenda, introdujo el fruto y enseñó a cultivarlo) y agasajado como tal se le entregó xocolatl, brevaje hecho con cacao, maíz molido, vainilla y otras especias. El colonizador se dió cuenta del alto valor nutritivo de la bebida al comprobar que sus soldados aguantaban largas marchas con sólo un vaso de esta bebida.
Su consumo en España quedó reservado al clero y a la nobleza por su alto precio.
La temperatura idónea de conservación del chocolate es entre 16º y 18º C. No debe guardarse en la nevera, sino en un lugar seco y fresco, al amparo del calor y de la humedad.
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